viernes, 27 de junio de 2014

¿Quejas?

Durante este tiempo vacío de palabras he sentido a menudo la necesidad de escribir. Como siempre, primero venía el discurso a mi mente, cargado de significado, de mensaje, de ganas de comunicar. Finalmente, el día 21 de este mes me atreví a transcribir uno de esos activos de mi mente, preparada para compartir mis últimos sentimientos.

Ni que decir que no leeréis ese escrito. La base de todos esos textos, transcritos y mentales, ha sido el malestar. Me he sentido agotada, cansada, timada en algunos aspectos de mi vida. La negatividad se ha hecho eco en mí. Cosas que no se hacen adecuadamente, decisiones que me repercuten negativamente. Mis argumentos aumentaban de peso al describir como estos hechos me afectaban a mí y a un conjunto de personas bastante grande. Lo suficiente grande como para hacerle eco y decir ¡basta!

Si bien es cierto que dicha negatividad está presente en todos los sistemas que forman parte de mi realidad (mi trabajo, mis estudios, mis grupos de compañeros e incluso mi familia), la razón que me impedía publicar, comunicar estos escritos era que, al final, yo misma entendía que no quería colaborar con esa energía. Mi queja de las quejas no tenía más fruto que el aumento de la negatividad. Y, de alguna manera, buscaba en mí esa capacidad para aprender, para sacar la enseñanza, para ser humilde y amable, conmigo y con los demás.

Debo reconocer que ese sentimiento aún reside en mí. Pero también reconozco mi capacidad de auto-observación y de sanación. Muchos años le he dedicado ya a conocerme a mí misma, y aún hoy siento a momentos que en algunos aspectos, tan solo rozo fronteras del mundo interior tan inmenso que albergo. El mundo que todos albergamos.

Los espejos que son las otras personas que conforman mi realidad me han estado mostrando continuamente una incipiente “necesidad de justicia”. Recuerdo leer, muchos años atrás, aquel capítulo del libro del Dr. Wayne Dyer (Tus zonas erróneas) llamado: “¿Te has librado ya de tu necesidad de justicia y equidad?”. Creo que tenía unos dieciséis años y solía leer rápidamente ese capítulo pues no entendía bien esos conceptos. ¿Por qué, pensaba yo, debería evitar la justicia y la equidad? Hoy, dieciséis años después, ya no entiendo la vida en cuestiones de justo o injusto (aunque admito que quedan trocitos de aquella creencia por alguna parte de mi mente). Hoy entiendo la vida como un camino de experiencias, no siempre de nuestro agrado pero, hasta lo que yo he experimentado, siempre muy necesarias. Creo que fue el gran Emili Duró quien pronunció esta frase que decía: “Cuando miras hacia adelante no ves nada claro. Pero cuando echas la vista atrás todo encaja”.

Pidiendo disculpas, primero a mí misma, y también a todas esas personas que indirecta o directamente se han visto afectadas por mi energía negativa, comparto hoy esta reflexión con el ánimo de aprender, de expresar mi gratitud y de reflexionar sobre cuán diferentes se ven las cosas cuando cambias el prisma des del cual las ves.


Iman - 27-6-2014

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Pues yo creo que hay que seguir diferenciando entre lo justo o injusto, ya que, si no lo diferenciamos,¿Como vamos a luchar contra lo que es injusto?
    Aparte, si vemos lo injusto solo como una experiencia corremos el riesgo de que se convierta en algo normal y de manera-por desgracia- autómatica justa.
    Otra cosa, es dejar que las injusticias no nos dejen pasar pagina y vivir siempre pensando en ellas.
    Mauri

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  3. No podemos estar siempre al cien por cien, y siempre simpáticos y radiantes. Si la gente que tenemos cerca vale la pena lo tiene que entender.
    Un abrazo.

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